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toto montañes dijo:
Yo soy de Nacional Se nos fue la Copa. Pasó de largo. Los penales nos dieron la espalda. Nacional quedó eliminado de la presente edición de la Copa Libertadores de América. Ahora bien, a poner las cosas en su sitio. No todas las eliminaciones son semejantes. No todas las derrotas son equiparables. Aunque algunos nos lo quieran vender, ello no es así. Nunca lo fue. Tal razonamiento reside en el hombre mediocre, al decir de Don José Ingenieros. Hay derrotas llenas de virtud. Derrotas que emocionan, que ilustran y hasta que marcan un camino. Pero por encima, hay aquellas que generan respeto imperdurable de sus vencedores, inconmovibles al tiempo. Imposible olvidar las palabras de Julio César sobre Cneo Pompeyo, o de Escipión el Africano respecto a Anibal el Cartagines. Solo cabe recordar la respuesta del estadista romano cuando la dinastía tolomea le entregó la cabeza de Pompeyo a modo de reverencia, su más acérrimo contrincante. La respuesta de Cesar fue una: Egipto ardió. Sólo la habilidad de Cleopatra, logró calmar la furia ante la calumnia de uno de los valores más sagrados desde Roma, e incluso antes: el respeto al adversario virtuoso. Nada sería Wellington si no hubiera derrotado a Napoleón. Es que en el fondo, ese tipo de adversarios enaltecen al vencedor. Lo dignifican. Hacen a su leyenda. Los hace mejores. Estos adversarios, si bien derrotados, llevan a la superación del hombre, del individuo, y por tanto de la sociedad toda. Así caímos el pasado jueves. Imposible reprochar nada. Dejando el alma. Ilusionando un país. Trancando con los dientes. Corriendo hasta el final. Pero por encima de todo, generando el respeto del adversario y de toda América. Es que se cayó dando batalla, mirando a los ojos del vencedor. Con rebeldía. Con vergüenza. Y con una familia agradecida en serio que orgullosamente mirando a todo el continente, dice a viva voz; “yo soy de Nacional”.