Por Cecilia810
31 Oct 2016
Cecilia

Lo esencial es invisible a los ojos, dijo Saint-Exupéry en El Principito.

El Capitán se encamina hacia el muchacho de bastón y mientras con un brazo sostiene a un niño, con el otro acompaña a este muchacho hacia la mitad de la cancha. Caminan despacio y entonces llegan al medio, donde junto a los jugadores, él levanta las manos y en sus manos también levanta el bastón que lo guía por la vida.

Después otro jugador lo abraza y esta vez,  es hacia la foto de rigor donde lo acompañan. Entonces le dan un carné de socio y el llanto surge en él, mientras el aplauso surge desde el cemento del Parque. Esto que parece tan simple y tan corto se transforma en algo enorme. Porque desde hace cinco años que no ve a Nacional con sus ojos, pero lo ve con el corazón y alguien lo grabó y lo subió a esa red que nos atrapa a todos como telaraña y los que todavía podemos ver lo vimos y ahí nos dimos cuenta -en medio de las polémicas y los discursos encendidos- de las miles de pequeñas y enormes historias escondidas que hay detrás de todo esto.

Porque en una semana donde se habló mas de lo antifútbol que de fútbol, donde todos nos sentimos presos de una situación que nadie parece querer solucionar y se tejieron y destejieron teorías y presuntos culpables, mientras los que mandan se rasgan las vestiduras sin hacer nada, este hecho tan corto y tan sencillo es un soplo de aire fresco entre tanto clima viciado.

Entonces su corazón estalló en llanto y despacio, con su carné de socio apretado en la mano bajó ayudado por su bastón los viejos escalones del Parque que lo sostenía desde el cemento y se secaba también las lágrimas.

Después ese corazón le habrá estallado tres veces, le habrá hablado la radio las jugadas, le habrá gritado la tribuna los detalles, mientras el fresco de la noche pasaba a su alrededor zumbando y relatando en sus oídos.

“Solo con el corazón se puede ver bien…lo esencial es invisible a los ojos”.

 

Cecilia 810

Cecilia es la lectura más esperada después de cada partido. Un bálsamo en los momentos difíciles y un tónico para acompañar la euforia




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