Por Recibimos y publicamos
7 Mar 2014
Manoel

Hoy se cumple un año de una jornada mágica... 7 de marzo de 2013, el día que vi a mi querido Nacional triunfando en la Bombonera.

Fueron emociones tan intensas que aun recuerdo muchas cosas con detalles. Por ejemplo, que estaba en Minas en la tarde anterior y al comprar los boletos para Montevideo el boletero era el Cónsul de Nacional. Llegamos a la capital del país, nos encontramos con la gente de la excursión y mientras saludaba a Matías yo miraba alrededor buscando algún Abitab – porque tenía que canjear la entrada para el domingo siguiente.

En el ómnibus, lo de siempre: las charlas animadas, los cánticos, la gente tomando vino y cerveza, yo colgando mi bandera en la ventana. Me imagino que las demás excursiones estaban iguales. ¿Qué tendría de diferente la mía? Creo que muchos minuanos y sanduceros. Y gente preguntándome cómo me hice hincha de Nacional siendo brasilero. Y también una chica lindísima, a quien no dije nada porque soy casado, pero si dijera algo le dedicaría el peor piropo de mi vida: “Vení uruguaya… sabremos cumplir”.

Tuvimos que parar en la frontera con Argentina. La policía revisó nuestro ómnibus – que era uno de los primeros – y luego nos paró para esperar a otros más. Yo tenía algo de sueño y no me gustaba para nada el olor de la gente fumando, pero sin refrigeración era imposible permanecer dentro de vehículo. La gente cantaba con entusiasmo y yo empecé a aprender a algunas de las canciones. También en este momento me vino a saludar Camilo, un hincha que me conocía del talud. No pudo llevar su bandera porque superaba los límites establecidos por la policía argentina, pero quería estrenarla en el Parque el domingo siguiente. Y dije mi pronóstico: “hoy es el día del cable pelado” (en referencia a Damonte).

Seguimos viaje, dormí profundamente y solo desperté al entrar en Buenos Aires. Nos bajamos, encontramos al Chape, él se quedó con mis cosas – incluso con mi entrada. Recuerdo el recorrido por la calle Florida, donde tenía que comprar un perfume para mi mujer; el almuerzo bastante sano en Burger King (¿de qué te reís? El mío era sano, era de soja); y también el recorrido por la zona de outlets – con un detalle: yo sufro con dolores de espaldas si paso demasiado tiempo en pie. De vuelta a la zona de Puerto Madero, el amigo Pazbolso (digan lo que quieran, para mí su nombre es Pazbolso) llama a Diego y le dice que está frente a un edificio de vidrio. Diego lo quería matar.

Mi espalda ya dolía, y yo no sabía lo que vendría con el operativo policial. Demasiado demorado. Eficaz, pero no eficiente. Hasta pasar todas las barreras y entrar al estadio (faltando 10 minutos para empezar) fueron más de dos horas y media. En una de estas barreras policiales nos cruzamos con un hincha ilustre. “Éste partido era para vos, Palillo”, gritó Diego. En la última barrera me perdí de casi todos los amigos, excepto el Goyo, de quien me perdí ya adentro. Mi columna pedía clemencia, pero no había lugar para sentarme y era imposible ver lo que sucedía en el área chica cuando Nacional atacaba.

Precisamente en uno de estos ataques surgió un corner por el lado izquierdo; Scotti vuela como un pájaro, y no conseguí ver más que esto. Gol de Nacional, toda la gente que festeja, inmediatamente estaba abrazado a tres personas que nunca había visto en la vida. Poco después un barrabrava me dijo algo, pero viendo que yo no entendía del tema, me dejó.

La hinchada cantó durante casi todo el partido – en algunos de los cánticos yo casi podría escuchar la voz de Matías, especialmente cuando cantábamos “abrí la puerta que los p… ya se van”. El único momento de silencio fue en la expulsión de Lembo. Pero Boca no pudo. Triunfó Nacional y mi pronóstico se cumplió: el querido “cable pelado” fue elegido jugador del partido por Fox.

En la salida, el reencuentro con los amigos que se habían perdido. El abrazo, los gritos, los festejos.  Me despedí de la gente que viajaría de vuelta; yo me quedaría un par de días más en Buenos Aires. Junto al Chape y otro amigo cruzamos la barrera policial y nos fuimos a donde estaban los hinchas de Boca. Lo más impagable que vi allí fue un hombre con camiseta de Peñarol , cara de derrotado y un niño al lado, teniendo que comerse los gritos de un argentino que estaba sentado en la acera diciendo cosas por querer festejar con el partido de un equipo ajeno.

Llegamos a la casa del Chape – él todavía saldría con su novia. Yo no podía más con el dolor en la espalda. Fui a ducharme y leer un poco sobre el partido, mandar un e-mail a mi mujer y disminuir la cantidad de aceitunas que mi amigo tenía en el refrigerador. Cuando me acosté eran ya como las tres de la mañana. Un día largo, vivido de manera intensa, con la alegría de ver triunfar a Nacional en una cancha complicada. Inolvidable.

Los “vrutos”

El día siguiente desperté a las 10:30 y al leer sobre el partido encontré un “vruto” campeón en Ovación. Decía: “Los cuetes comenzaron a sonar desde La Bombonera”. Para los que viajaron, la lectura de la nota traerá más recuerdos de lo que fue el operativo policial.
http://historico.ovaciondigital.com.uy/130308/clib-701145/copalibertadores/pudo-ser-una-desgracia-el-opertavio-policial-fallo-en-el-ingreso-a-la-cancha/

Manoel Castanho
(Periodista)


Manoel Castanho

Nacido en Rio de Janeiro, Manoel Castanho es periodista graduado por la Universidade de Brasilia. Hincha de Nacional por iniciativa propia desde los 10 años de edad, aprendió a amar la rica historia del club y estudia todo lo que cae en su mano para conocerla mejor. Su único vínculo con Uruguay es el amor por Nacional y gracias a esto tiene dos millones de amigos.




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