Por recibimos y publicamos
17 Nov 2013
Cecilia

Se habló tanto de localía que al final y como siempre fuimos locales otra vez.

Que no queríamos ir, que hicimos todo para no hacerlo, que era el derecho de los locales, mucha cháchara y rasgadura de vestiduras,  mucha parcialidad solapada en una neutralidad mentirosa.

Lo cierto es que cuando cambio de canal para ver el partido, casi en el momento del comienzo porque no me gusta ver las previas,  desde mi sillón me encuentro con una escenografía de fondo de banderas queridas y una sinfonía en rojo azul y blanco.

Cuando hablan de cambiar localías solamente hablan de un lugar físico, no hablan de la hinchada. No pueden.

El caso es que me dispuse cómodamente a mirar el partido estornudo va, estornudo viene producto de una linda alergia primaveral, mientras miraba a lo lejos y aún sin distinguir mucho los rostros,  la alegría en las caras soleadas de los que fueron.

Raro contar un partido desde un sillón. La previa televisiva no tiene el gusto de la previa en vivo, no se camina el entorno de las calles y el barrio, no se respira la adrenalina en el aire, no se huele el pasto, no se siente el viento en la cara, no se disfruta a los pintorescos vecinos de tribuna, no se puede sacar fotos de la hinchada,  no te mojas con la lluvia helada del invierno pero que repara el calor del verano y alguna que otra calentura, no te abrasa en el cemento el sol candente que es el mismo al que le agradeces su abrazo en los días gélidos, no escuchas al de atrás o al adelante, nadie se da vuelta buscando alivio en la mirada tuya cuando una jugada no sale o sentís el bramido del grito de gol que te despeina.

Raro porque además ciertas cosas que en el vivo quedan perdidas acá se magnifican, producto además de la repetición televisiva, que hasta el hartazgo mostró como Nacho González “rezongaba” porque no veía y no le hablaron para pasar la pelota. O los tres dedos  de Alonso las tres veces, (si alguno no sabe por qué es esto, que chifle)  o el chaleco del Cacique haciendo de turbante y saludando con estirpe de jeque  el primer gol o el abrazo apretado de sus compañeros cuando hizo el suyo después de tantos minutos sin juego y tantos comentarios al cuete que se hicieron mientras él se calló la boca y siguió entrenado. Como también la cara de Juan Manuel Díaz no creyendo lo que estaba viendo, sabiendo lo que se viene y la cara del  DT…y mi cara... (no la vi  en la tele pero seguro fue así) considerando además, que se preveía venir algo así y que viendo la repetición de la jugada gracias a la televisión...mmmm …mmm.

Todo se magnifica desde la televisión. Lo único que no cambia es el clamor de la hinchada tricolor que se escucha tan claro como cuando estás ahí a pocos metros.

Debo confesarles algo: en determinado momento dormité durante unos cuatro o cinco minutos mientras el  partido se hacía un poco cansino y mi malestar  primaveral molesto. Durante ese pequeño tiempo  y hasta que me incorporé para que no me pasara de nuevo, soñé en uno de esos sueños locos de mini siesta  que estaba llegando al estadio pero no llegaba y alguien en la puerta me paraba y me decía que no podía entrar y yo le decía: “déjenme pasar que van a hacer un gol , van a ganar y lo quiero ver”, mientras caminaba sin caminar como debe ser en un sueño que se precieLa voz de la tele me despierta y entonces  mientras me incorporo y despejo  mi cabeza del sopor la cabeza del goleador se sacude para anotar el primero.  Gooool.

Sorprendida por mi sueño oportuno, agradecí que fuera solamente onírico el hecho de no verlo.

De fondo se escuchan los sonidos de la hinchada que hablan del domingo que viene.

El partido termina, la Banda canta, los rostros de los que acompañan siempre se ven a la distancia soleados y contentos, fuimos locales otra vez, nos echaron a un jugador , les echaron a dos, nos hicieron un gol, hicimos cuatro con triplete incluido y retorno también, vi caras, jugadas y gestos, lo vi todo a excepción de estos cuatro o cinco minutos donde soñé que hacíamos un gol y ganábamos  y yo caminaba sin caminar mientras seguro iba con mi camiseta en la mano  aunque no me acuerdo de eso…me acuerdo solo que quería llegar y decía : “Lo quiero ver…”

Esta noche y durante todas las noches de la semana voy a tratar de soñar bastante.

Cecilia810


Cecilia 810

Cecilia es la lectura más esperada después de cada partido. Un bálsamo en los momentos difíciles y un tónico para acompañar la euforia




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