El Talud

Muchos años después, cuando los jóvenes pregunten cómo comenzó aquel Histórico Nacional Campeón de América de 2018, los veteranos de esa historia volverán sus recuerdos hacia aquella noche de verano en el hotel Mogano de la ciudad de Chapecó. Nacional llegó a aquel partido de la fase previa de la fase previa de la fase de grupos del peor modo posible: luego de perder dos clásicos en una semana, con rumores de bajas importantes en el plantel, peleas entre dirigentes y regocijo sobrador de rivales y buena parte de la prensa. Nadie daba nada por aquel equipo que iba a enfrentar a un rival brasilero que venía dulce con un invicto de 11 partidos. Ese era el clima que sobrevolaba en la noche previa al duelo, en una cena donde todos comían con un ánimo más bien apagado. Así transcurría todo hasta que el Cacique empezó a contar historias. Los más alejados sintieron primero algunas risas, luego algunas preguntas asombradas, luego el silencio total y sólo la voz del Cacique. De a poco, los que estaban más lejos se habían ido acercando hasta el extremo de la mesa donde, tranquilamente, el DT desgranaba recuerdos... aquel clásico en que hizo dos goles en los últimos 10 minutos del partido para darlo vuelta a lo Nacional... las batallas de la Libertadores de 2009... El Cacique iba recordando y narrando, y el ambiente se iba tiñendo de mística. Los juveniles recién ascendidos, que otras veces se habían apurado a marcharse a la habitación para recuperar sus celulares o jugar a la play, se fueron quedando en aquella sobremesa especial, escuchado absortos mientras sentían como les crecía en el pecho el sentimiento más fuerte que cualquier ser humano sobre la Tierra pueda sentir: el orgullo de defender, en la cancha, la casaca Tricolor. Los jugadores de aquel plantel recordarán también que aquella tarde, antes de la cena, Jadson Viera había recorrido todas las habitaciones. Había escuchado y hablado con los jugadores. Les había contado su historia de lucha y sacrificio, y les había hablado de lo que significa la camiseta de Nacional. Les había dicho aquella frase inmortal del Mono Gambetta: “los de afuera son de palo”, les había hecho entender que sólo importaban ellos, la camiseta y la hinchada. Que no importaba cuantos problemas dirigenciales podía haber, ellos se tenían que blindar y hermanar en torno a una sola cosa: el Escudo Tricolor. Que en el grupo encontrarían la unidad, que la camiseta los empujaría con la fuerza de la historia, y la hinchada los levantaría en los momentos difíciles. Que no importaba nada más. Recordará Luis Aguiar que aquella noche en Chapecó Jorge Fucile, su compañero de pieza, le dijo “Canario: mañana hay que ganar como sea, mirá que acá no tenés la prensa a favor, ni los jueces a favor, ni Tenfield a favor, ni los bancos a favor, ni las mafias a favor… acá es contra todo, a lo Nacional. ¿Estás preparado?”, y que entonces sintió un fuego interior que nunca había sentido en su vida. Recordarán también los jugadores de aquel plantel que la misma mañana del partido, al despertar, encontraron en sus celulares un video enviado por el Capitán Diego Polenta, donde les decía: “Hermanos, estoy con ustedes, me quedo con ustedes hasta el final, rompí el pasaporte, no me subí al avión, le dije que no al Bologna, no importan las amenazas ni la persecución de la prensa, sólo importan ustedes y la Camiseta, mientras ustedes me acepten como su Capitán yo dejaré la vida por estos colores, dejen ustedes la vida esta noche, Nacional nomá”. Así, nada menos, se comenzó a forjar el histórico Nacional de 2018, en el que nadie creía, porque toda la evidencia les impedía creer.

(versión completa de un post anterior): “Ubicuamente ajeno”. El periodismo y los muertos del fútbol “Libre de la memoria y de la esperanza, ilimitado, abstracto, casi futuro, el muerto no es un muerto: es la muerte” (Jorge Luis Borges, “Remordimiento por cualquier muerte”). El problema principal en torno al robo de banderas de las hinchadas de fútbol es que son “trofeos” por los cuales se mata y se muere. Por los cuales mueren jóvenes. Así de terrible, así de absurdo. El problema principal de cierto periodismo es que se sienten parte de uno de los “bandos” enfrentados. Y al servicio de su bando desarrollan su profesión. Periodistas con muertos propios y otros “ubicuamente ajenos”, como el muerto universal del poema de Borges. Les es ajeno Pablo Montiel (por nombrar sólo el caso más reciente), el pibe asesinado en Villa García el 18 de marzo de 2016 porque llevaba puesta una camiseta de Nacional. Y precisamente porque llevaba puesta una camiseta de Nacional no merece para ellos investigación periodística, ni seguimiento del caso judicial, ni tuits cotidianos, ni memoria. Periodistas que atienden al robo de unas banderas y no de otras. Su club se ha transformado en una institución mafiosa (con reclutamiento mafioso de los miembros de la seguridad del club, con métodos mafiosos de amedrentamiento a la interna y a la externa, con vínculos mafiosos con prensa, policía, poder político y poder económico) y ellos piensan que demostrando que del otro lado pasan cosas similares le hacen algún bien a su institución. Y lo que sucede es todo lo contrario. Pero sobre todo, lo que sucede, es que siguen alimentando irresponsablemente una nefasta lógica de guerra. No podemos pedirles a estos periodistas que investiguen el financiamiento del CDS, o la relación entre Damiani, el club que preside y la red de lavado de activos expuesta por los “Panamá papers”. Todo eso debería investigarse, pero no se lo pidamos a ellos. Sin embargo, en tanto son periodistas y su labor es pública, sí podemos pedirles que traten de igual forma a los muertos del fútbol, sin importar su camiseta. Que investiguen todo. Que no echen nafta al fuego. Que no se comporten como barras bravas. Que sean responsables. Que no contribuyan en ahondar falsas fracturas en nuestra sociedad, y sí colaboren en denunciar las verdaderas divisiones sociales: las que separan a los que tienen todo de los que no tienen nada. Que estén a la altura de las circunstancias. Que se respeten un poco más a sí mismos. Qué respeten un poco más su profesión de periodistas.

Mi abuelo, nacido en 1906, tropero, emparvador y payador, ya era Bolso. Recuerdo una payada que escribió, con más de 80 años, luego de un clásico de liguilla, que ganamos por penales luego de empatar 1 a 1 jugando con 9 jugadores. Yo tendría 10 u 11 años. Si mal no recuerdo, Wilson Núñez, el salteño, hizo el gol y fue figura. Y en los penales, Seré, por supuesto. Sólo recuerdo algunos versos de aquella payada del Tata: "Y los manyas, tan llorones, ya le achacaban al jués, que no sancionó a Serés, cuando atajó tres penal". Mi viejo nos transmitió el sentimiento Tricolor, que cultivamos con mis hermanos y los gurises del barrio. Toda su vida en el interior, mi viejo nunca había ido a un clásico. El 9 de noviembre de 2014 fuimos juntos, al primer y único clásico que mi viejo vio en el estadio. No precisa ir a ninguno más. Esa tarde nos abrazamos y lloramos juntos con la remontada inigualable y el golazo del Chino. A la vuelta caminamos hasta la sede, nos quedamos parados en 8 de octubre. No queríamos que aquello terminara más. Hoy disfruto con mi hijo la continuación de esta genealogía de sangre en tres colores. Hay formas enfermas de ser hincha, procuro no cultivarlas. Nacional es otra cosa, tiene la posibilidad, por su historia, de ofrecer otra cosa al pueblo. Nacional es pueblo. Es inexplicable el sentimiento. Los resultados son situaciones ocasionales. Nacional podría no ser el equipo más ganador del fútbol uruguayo, como lo es, y el sentimiento sería el mismo. ¡Feliz cumpleaños Nacional! Y gracias Viejo por hacerme tricolor. Lo mejor está por venir

Vengo del futuro. Del futuro cercano. Del año 2025. Vi algunas cosas. Se las voy a contar. El Club Atlético Peñarol desaparecerá. El desencadenante no fue el descenso de categoría, que lo había estado amenazando, ya que la trama del poder local nunca lo hubiera permitido. El desencadenante fue un hecho del fútbol internacional. La desaparición del CAP ocurrió luego de un lío que se fue de madres en su propio estadio. En la edición 2025 de la Libertadores (desde 2021, “Shangai Inc Libertadores de América”), en el tercer partido de la fase de grupos, y luego de sufrir la enésima remontada adversa y quedar eliminado contra un club brasileño, ocurrió lo que sería la última gran gresca en la historia del club. Si bien el público local no había concurrido en gran número, las cosas se salieron de control. Hubo emboscadas en tribunas y vestuarios. Participó la seguridad del club y la policía, actuando coordinadamente con hinchas. Hubo heridos de gravedad, entre ellos jugadores y parciales brasileños. La CONMEBOL dijo basta, y suspendió por tiempo indefinido la membresía del club. La mañana siguiente, el diario El País (que por entonces no gozaba de mucho prestigio por haber apoyado un intento de golpe de estado en 2023) titulaba recordando un nuevo aniversario de la última victoria clásica aurinegra, el 5 a 0 de 2014. Con menor destaque cubría los hechos de la noche anterior, denunciando presuntas provocaciones de jugadores brasileños. Por su parte, el presidente Damiani quiso cambiar la decisión, pero todos sus contactos en FIFA estaban presos. No hubo nada que hacer. A nivel local la crisis tuvo varias consecuencias. Un grupo importante de hinchas, ya hartos desde hacía muchos años, abandonaron el club y formaron el Club Atlético Jackson Ville (CAJVi). Mientras tanto, el Club Atlético Peñarol abandonó la AUF (acompañado por el Tanque Sisley, que se solidarizó) y fundó otra liga, junto a equipos de la división E del Fútbol Universitario. El CAJVi y el CAP coincidieron varios años, hasta la desaparición del segundo en 2029. El estadio de Peñarol fue convertido en plaza comercial por el empresario Edgardo Novick, quien había adquirido la propiedad en 2027, cuando Francisco Casal decidió venderla. En tanto, el CAJVi hizo su recorrido desde segunda división hasta lograr el esperado ascenso. En 2029, el CAJVi se declaró la misma institución que el CAP (y que el CURCC), y sumó a su magro palmarés las copas de ambas instituciones, incluyendo, con estatuto de “campeón uuguayo”, los títulos que el CAP había ganado en los últimos años en la liga que formó junto al Tanque y los clubes “de la E” universitaria. Hasta allí lo que vi.

Giuliano: vemos otro fútbol y otra política: ¿a vos te parece que Lugano y Suárez fueron buenos negocios en el contexto de su época? En cuanto a Polenta, creo que mete mucho, es muy importante para el equipo, y le ha dado mucho a Nacional. Igual que Porras, jugador a quien admiro mucho. Ambos han sido muy importantes para Nacional. Creo injusto juzgar a Polenta por dos tarjetas, como creería injusto juzgar a Porras por el penal contra Penadoy en el clásico de "5 minutos y nada más". Toda la prensa salió a pedir que Nacional sancione a Polenta. ¡No hay que entrar en esa!

En otro orden de cosas: creo que Gorga debería ser titular en la zaga junto a Polenta. Creo que Malvino está muy por debajo del nivel de los primeros dos. Y por De Pena pondría a Amaral. Viene pidiendo cancha a gritos. Todos los minutos que ha jugado han sido muy buenos, hay que llevarlo con paciencia porque es muy joven, pero dan ganas de verlo más tiempo en cancha. Arriba el Bolso de Munúa

Arriba Carlitos de Pena, un hincha más, un jugador del club que siempre defendió la camiseta a muerte y que fue una pieza fundamental de la gran campaña del campeonato pasado. Hay que apoyarlo y desearle mucha suerte en esta nueva etapa de su carrera. Ojalá la rompa y pronto lo tengamos en la selección, que buena falta nos hace un jugador de las características de Carlitos en ese sector de la cancha. Creo que el mensaje de apoyo a De Pena debe ser claro por parte de los hinchas, en agradecimiento a un hijo del club. Creo que el análisis de los hechos muestra que la responsabilidad de su desprolija partida está en otras partes más que en el propio jugador. ¡Mucha suerte Carlitos!

Bolsos: Capaz ya lo han visto o ya circuló por acá, pero por las dudas les copio el link a esta joyita de la historia del Glorioso Tricolor: https://lagalenadelsur.wordpress.com/2014/08/28/uruguay-audio-recuperado-de-viejo-disco-de-1948-con-gol-del-recordado-atilio-garcia-en-el-centenario-de-su-nacimiento/ Felicitaciones a la Comisión de Historia y Estadística del Decano, que una vez más nos sorprende con otra de sus oportunas y rigurosas gestiones, en este caso, para recuperar este tesoro sonoro. Y arriba Bigote inmortal!

Lo del Negro Munúa no es una improvisación. Tiene el curso de DT, una trayectoria admirable como futbolista, y es un hijo del club, nacido y criado en el Decano. En todo caso, podremos saber si la decisión fue acertada o no dentro de un tiempo, con el diario del lunes. Como en el caso del Muñeco, que salió muy bien. Como arquero ya comenzaba en la curva de declive, es el momento ideal para que se retire campeón. Como referente del grupo se mantiene, ahora como DT. Me despido con la formación del Nacional campeón de la libertadores 2016: Cachorro Burián, Fucile, Gorga, Polenta y Espino. Colo Romero, Porras y Palito Pereira. Papelito Fernández, Iván Alonso y Diente López. Dale campeón

En lo personal no odio a JR, ni nunca le recriminé el gol a Defensor. Culparlo de eso es buscar un chivo expiatorio para una época del club donde hay otros responsables. Además no tengo ninguna duda del amor de JR por Nacional. Ahora bien, no creo que sea un DT para el bolso. En términos futbolísticos, su trayectoria tiene más altibajos que buenos momentos. Su manejo de los planteles es complicado, salvo dos o tres jugadores que apadrina, termina peleado con todo el resto. Es alguien que no admite que haya una estrella que no sea él mismo. JR es hincha de JR, y después de Nacional. Es alguien que está convencido que se las sabe todas, y por eso mismo es incapaz de aprender y cambiar. Ante un momento complicado, le echa las culpas a los demás (como hizo en Danubio) en lugar de poner el pecho a las balas, como debe hacer un DT. Ojo, me cae muy simpático el personaje, me divierte escucharlo, lo considero un mago en su época de futbolista. Pero de ahí a quererlo dirigiendo al tricolor...