Por Comisión de Historia y Estadística
21 May 2018
Mono
Gambetta

«Schubert Gambetta fue el héroe de Maracaná. Tenía todo: temperamento, clase, confianza. Contagiaba fe. Con gente así es imposible perder». Roque Gastón Máspoli, campeón del mundo en 1950.

La imagen de Schubert Gambetta con los brazos en alto, corriendo hacia la pelota que caía sobre el área uruguaya, dispuesto a atenazarla en el último instante de la final de Maracaná, ante la desesperación de algunos de sus compañeros que no habían escuchado el pitazo del juez que daba por terminado el encuentro, fue durante muchos años, tan popular como las que recordaban los goles o la entrega de la copa por parte de Jules Rimet al capitán celeste.

Era el momento de la consagración, no solo del seleccionado uruguayo, sino la del futbolista más completo que tuvo Uruguay durante casi dos décadas. Gambetta desafió todos los esquemas tácticos de la época. Se desempeñó en todas las posiciones del campo. En Nacional ocupó todos los lugares de la defensa y fue un lateral “de ida y vuelta” cuando ese concepto no existía. Tenía llegada y gol, al punto que en su carrera en el primer equipo tricolor anotó 29 goles oficiales y 13 en partidos amistosos. 
Pero tal vez, Gambetta sea más recordado por el gol que no hizo en el clásico del 5 de setiembre de 1948. Con el tricolor imponiéndose 2 a 0 sobre Peñarol (a pesar de haber jugado con 10 hombres desde el minuto 12 debido a la temprana expulsión de Walter Gómez), a los 42 minutos de la segunda mitad y en respuesta a las airadas protestas de los jugadores aurinegros al haberles sido sancionado un penal en contra, el “Mono” lo pateó afuera a propósito, al tiempo que sentenciaba: "no lloren más, no lo necesitamos para ganarles".

Schubert Gambetta llega a Nacional en 1938 y se incorpora a la Reserva del decano. Una tarde de ese año, el Dr. Atilio Narancio se acercó al Parque Central a ver un entrenamiento entre la Reserva y el primer equipo. Sobre ese día, Narancio relataba: “veo en la reserva a un muchacho en el que teníamos muchas esperanzas, Gambetta. Andaba a las patadas con los del equipo superior y paré la práctica. “Mono”, le grité, “¡me vas a dejar sin cuadro a las patadas!”. ¡Cuando se arrimó vi que estaba descalzo…!” (1)

El 9 de abril de 1939 debuta en Primera, en un amistoso en el que Nacional se impone 2 a 1 a Olimpia de Paraguay en Asunción. Un mes después, el 20 de mayo, se produce su debut oficial por el Torneo de Honor enfrentando a Liverpool en partido que finaliza con victoria tricolor por 4 a 2. En su paso por Nacional, Gambetta disputó 340 partidos, de los cuales ganó 248 y empató 39. Su último encuentro con la blusa blanca fue ante Emelec, en Ecuador, por la Copa de Campeones de América. Se fue como llegó: vencedor. En esa ocasión Nacional se impuso por 4 a 1 al equipo ecuatoriano, con 2 goles de él, uno de Atilio García y el restante de Juan Ramón Orlandi.

Desde su debut en 1940 fue una pieza inamovible del equipo que logró el Quinquenio de Oro, del que participó en los años 1940 a 1943. Repitió como campeón uruguayo en 1946, 1947, 1950, 1952, 1955 y 1956.

Campeón del Mundo en Maracaná en 1950, recordaba de esta manera la razón del triunfo celeste ante los norteños: “Yo creo que les ganamos de mano. Resulta que antes del Mundial, jugamos los partidos por la Copa Río Branco. Era en la cancha de Vasco que no tenía nada alrededor, ni tejido, ni foso. Nada. En el primer tiempo Chico, el puntero izquierdo de ellos, le hacía de todo a Juan Carlos González. Para el segundo querían hacer cambios. Me acuerdo (y puedo dar nombres) que se agacharon varios cuando andaban buscando quien entrara. A mí no me ponían porque iba de suplente. Hacía poco que estaba practicando. Pero yo agarré una camiseta y cuando quisieron acordar estaba poniéndomela dentro de la cancha. De allí no me sacaba ni con un guinche. Nadie me dijo nada. Ni entrá ni salí. ¿Lo primero que hice? “Agarrar” a Chico. Después a Adhemir. Y se terminó todo… ¿Chico, Adhemir y los otros se iban a olvidar con quiénes les tocaba la final? Conocían a Obdulio, al Cato Tejera, a Ghiggia, a Míguez, me conocían a mí. Y con cuatro hombres en un cuadro llegás donde quieras, a campeón del mundo o del universo”. (2)

“Vino al mundo un 14 de abril de 1920, seguramente con un bolsillo cosido a su corazón. Al abandonar el plano físico, 71 años después, lo hizo con -entre otras cosas-: ambos tobillos y el maxilar fracturados, rotura de ligamentos de rodilla derecha, fracturas también en los dos brazos, un hundimiento de pómulo y el cariño y la admiración de toda la hinchada bolsilluda que lo erigió en un símbolo de entrega, calidad y guapeza. (3).

(1) – Del “Libro de Oro de Nacional”
(2)- Ídem
(3) - “¡Que los cumplas feliz Mono!” Wilmar Everton Cardañas, www.decano.com- 13/04/2015.

Comisión de Historia y Estadística del Club Nacional de Football




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