Por decano.com
26 Jul 2015
opinión

Según difundió el diario El Observador el pasado viernes “en las últimas horas se terminó de preparar un proyecto que tiende a reducir la cantidad de clubes profesionales”.

El diario El Observador, en su edición del 24 de julio pasado informa sobre un plan -que estaría a punto de ser presentado para su evaluación en la Asamblea de Clubes- tendiente a bajar, de manera gradual, de 31 a 24 los equipos que compiten en el sistema profesional del fútbol uruguayo. La intención es llevar de 16 a 14 los que militan en Primera A y reducir a 10 los actuales 15 de la divisonal B. ¡Bienvenida la medida!


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Siempre he considerado que era un exceso la cantidad de clubes que disputaban el Campeonato Uruguayo, y un despropósito el hecho de que en un barrio de Montevideo se agruparan dos y hasta tres equipos compitiendo por el mismo torneo, cuando la realidad mundial nos muestra que la acumulación de dos o tres clubes que se disputan el favoritismo regional, lo hacen entre los habitantes de una misma ciudad, no una pequeña zona dentro de ella. Tal vez, la medida más lógica hubiera sido que, de una manera natural incluso, los vecinos de una misma zona respaldaran a un club que los representara. Pero esto es fantasear sobre un imposible. La propuesta sobre la que se comenzará a trabajar, aparentemente dirimirá esta situación deportivamente.

Lo más destacable de este proyecto es que aborda una solución a la escasa competencia desde un lugar más racional que la propuesta que asomara hace un tiempo atrás. Aquellas brillantes mentes de otrora, conscientes de que uno de los grandes problemas del fútbol uruguayo era la escasa competencia, intentaban dar una solución a esto...¡aumentando la cantidad de clubes que disputarían el Campeonato Uruguayo! Este nuevo planteo ataca el dilema desde otro ángulo, que parece más sensato: aumentar la competencia.

Crecí en un país que tenía anualmente tres competencias oficiales locales que ocupaban buena parte del almanaque: un Campeonato Uruguayo en dos ruedas, la Liga Mayor y la Liguilla. Independientemente de la manera de disputa o el sistema de clasificación que ofrecía cada uno de los torneos, dotaban a los equipos de rodaje y sumaban minutos de fútbol y no tanto de entrenamiento. De buenas a primeras se comenzaron con cambios que supuestamente iban a beneficiar a los clubes al ajustarnos al calendario europeo, haciendo que llegarámos siempre tarde al calendario sudamericano -que, hasta dónde sé, es el que nos toca disputar-, y los únicos beneficiados fueron los contratistas, que dispusieron de más tiempo para ubicar a sus representados. Pero esto seguramente ya lo sabían quienes pergeñaron el modelo.

La reducción en la cantidad de equipos que integren las divisionales profesionales de nuestro fútbol, redundará en un beneficio para el espectáculo. Si bien se perderán puestos de trabajo al existir menos cupos para los futbolistas, esto hará que se filtre un importante número de jugadores, dejándole paso a los mejores, o al menos, a los que tendrán mayor nivel de competencia. El volver a mirar hacia el continente a la hora de organizar las competencias, nos pondrá en un tren de igualdad con el resto nuestros adversarios directos y nos permitirá decir que entendimos el mensaje: los principales beneficiados en el fútbol deben ser los jugadores, sus clubes y los hinchas. Lo demás, es lo de menos.

Ernesto Flores

decano.com





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